Para comenzar a interpretar el lugar observamos que disponemos de un espacio libre (que no siempre funciona como público), un espacio que se puede considerar público, y unos espacios que son potencialmente públicos. Pero para descubrir esta realidad debemos tener en cuenta una serie de parámetros: población, historia, edificaciones, trazados, formas de vida... todo ello para conocer cómo se vive el barrio, ya que el espacio público lo crean sus habitantes, no existe un espacio público si no se vive.
Al tratarse de un trazado medieval, las calles siguen un entramado orgánico, otorgando una gran homogeneidad al barrio, y las edificaciones son muy antiguas. Aunque por toda la zona abundan pequeños comercios y hoteles repartidos de manera homogénea, existen calles que concentran una mayor vida comercial y turística (también gracias a que son calles creadas más recientemente y con una mayor sección). Sólo estas calles podriamos considerarlas como espacios públicos, ya que existen no sólo como elementos de ventilación, o la antítesis de las edificaciones, sino que permiten una relación entre las personas.
En cuanto a los espacios potencialmente públicos, podríamos decir que cualquier espacio libre es potencialmente público, pero observamos claramente en nuestra zona de estudio unos lugares que por sus características o situación parecen a priori de uso público, pero son espacios residuales, vacíos de uso... Si atendemos a la población, observamos que la antigüedad de los edificios, unido a la llegada del turismo a la zona (con el ruido, aumento de precios y la sustitución de equipamientos vecinales por turísticos) ha provocado un vaciado de viviendas por parte de familias. De este modo encontramos una población basada en la inmigración, las personas mayores y los jóvenes (artistas, bohemios...), pero también encontramos un barrio desmembrado y con una gran cantidad de viviendas, locales bajos y otros espacios dentro de los edificios vacíos. Estos espacios sin uso podrían considerarse como una realidad que bien tratada sirviera como nexo y conexión de las distintas realidades del barrio.
La potencialidad de un lugar aparece si entendemos el espacio público como una realidad generadora y estructuradora de recorridos dentro de un entramado de espacios de ciudad y de barrio, basados en la diversidad y complejidad, y teniendo en cuenta que un recorrido no es un camino.
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